ÉL.

Yo no soy mi mayor problema, no esta vez, es él que me vuelve loca la cabeza, de día y de noche está en mi mente, a veces desearía alejarle pero luego pienso que voy a echarle de menos y dejo de pensar todo eso. ¿Qué me hiciste? ¿Por qué tuviste que ser tan jodidamente perfecto conmigo? ¿Por qué no paro de necesitarte de esta manera?  Será que dependo de ti, que sin ti no sé como sonreír, me falta una parte de mí cuando tú no estás, no aguanto sin hablar un día contigo, eso me pasa. Que cuando llegas y me hablas sonrío cual idiota enamorada, que cuando me cuentas tus problemas puede que me derrumbe porque te quiero tanto que me duele, pero seré la primera persona que esté ahí para ayudarte y para apoyarte, que estaré en las buenas y en las malas con una sonrisa, ¿recuerdas que tu sonrisa me da la vida? no permitas que nada ni nadie borre aquello que hizo que me fijara en ti. Ni el físico, ni nada que puedas tener, sino tú, el cómo eres y lo que haces que sienta cada vez que hablamos, que si tú estás feliz yo también lo estoy, que si tú lloras yo te pongo mi hombro y mi sonrisa para intentar darte un motivo para tu sonrisa, que si el barco se hunde tú y yo flotamos de la forma que sea, ¿recuerdas? que yo sin ti no soy nada y tú sin mí, no sé, pero espero que sea lo mismo, sabes que nada ni nadie podrá destruir lo que un día hubo y que aún queda en mí aunque las cosas no sean como antes. A veces es bueno dejar el puto orgullo a un lado para no perder a lo que más queremos. Una cosa más, te quiero, puede que no desde el principio pero sí hasta el final, no lo olvides nunca.